Son muchos los estereotipos que impiden al mundo de la discapacidad participar e integrarse en la sociedad como ciudadanos, en igualdad de condiciones pero con sus diferencias.
Las personas con discapacidad tradicionalmente han venido sufriendo el distanciamiento de una sociedad que les apartaba e ignoraba. Hoy en día, en muchas circunstancias, siguen desgraciadamente produciéndose hechos que revelan cuanto digo. Sin duda hemos mejorado y nos hemos acercado al mundo de la diferencia, aunque, también es verdad, seguimos actuando como una sociedad llena de prejuicios y con un profundo desconocimiento hacia las personas que muestran sus diferencias con naturalidad, buscando la inserción y no la exclusión. Una profunda reflexión por parte de todos los “normales”, sería parte de la solución al problema del mundo de la discapacidad. Cada peldaño, cada avance, por pequeño que sea en el mundo de la discapacidad, nos enriquece a todos y a ellos les acerca a hacer realidad sus sueños.
Se dictan normas y leyes, desde todos los organismos nacionales e internacionales, buscando la equiparación del mundo de “distintos” con ese otro mundo llamado de “normales”. Cuando las leyes se dictan pero no se cumplen, los avances son inexistentes, esto es frecuente respecto a los discapacitados. Problemas en el acceso a la salud, educación, empleo, ocio y cultura y…¿para qué tantas leyes?
Son muchas las cosas que pueden realizarse para que el mundo de diferentes sea conocido y su integración sea una realidad. Los medios de comunicación son una de esas herramientas fundamentales para el logro de dicho fin. Estos medios son creadores de imágenes y conformadores de identidades colectivas, por todo ello, son imprescindibles a la hora de sensibilizar a la opinión pública y potenciar de manera extraordinaria los efectos que las medidas legislativas deben tener en las diferentes esferas sociales. Para ello deben centrarse en el núcleo central de los problemas que afectan a este colectivo, entre otros: barreras arquitectónicas, acceso al empleo, atención sanitaria personalizada, educación especial, deporte adaptado y un largo etc. Siendo todo esto de suma importancia, no lo es menos la forma en la que se trasmita el mensaje a la sociedad. Las personas con discapacidad no solamente son “receptoras de ayudas”, son personas de carne y hueso, capaces de realizar gestas extraordinarias y que poseen cualidades y capacidades maravillosas. Por todo ello, los medios de comunicación, han de cuidar con exquisitez el lenguaje a la hora de dirigirse a estas personas. Aún se escucha, por desgracia en el siglo XXI, un lenguaje discriminatorio y estigmatizante al poner el énfasis sobre la discapacidad antes que la condición de la persona. El lenguaje es una herramienta transcendental que condiciona la representación mental de cualquier realidad social. Elegir las palabras con las que dirigirse a este colectivo, es fundamental, como también lo es el espacio utilizado en los diversos medios, actualmente muy desproporcionado con el mundo de “normales”.
En la plena integración de las personas con discapacidad, es sin duda de vital importancia la implicación, sin fisuras, de los medios de comunicación para que la sociedad, a través de las imágenes que en los diversos campos y actividades nos ofrecen estas personas, sean el ejemplo más claro de todo aquello que son capaces de realizar.
“La vida es el mayor arte que existe y saber vivir es ser un gran artista. Vivir las veinticuatro horas de un día intentando superar los momentos difíciles, sabiendo disfrutar de los momentos agradables que nos presente la vida, eso es vivir; y vivir siempre merece la pena, hasta el final, hasta que el Maestro de nuestra acuarela decide que nuestro cuadro está terminado a su gusto y sólo le queda poner la fecha y la firma.” (Olga Bejano, pentapléjica y autora de varios libros). La misma autora nos expresa este pensamiento tan profundo: “Cualquier vida es única e irrepetible y tiene tanto valor como otra. Si hubiese una vida sin importancia, ninguna sería importante.” Otro ejemplo maravilloso: “No tengo complejos de ninguna clase; la vida sigue y yo también. Lo único que quiero es que me miren con dignidad”. (Jazmín Esparza, tetrapléjica).
Es un honor para mi terminar este pequeño artículo, con frases tan hermosas que describen con total nitidez aquello que he pretendido expresar. ¿Vale la pena luchar por el mundo de la discapacidad? Mi respuesta es, SÍ. Miremos con dignidad al mundo de la discapacidad.