Rafael
Mingo
Las
familias con algún miembro con discapacidad en su seno llevan, por lo general,
una trayectoria de sostén y reivindicación, entrega, sacrificio, apoyo y
constancia a favor de sus familiares con cualidades distintas, para que sus
vidas tengan unas condiciones mínimas de dignidad.
La
experiencia adquirida al lado de padres y madres con estos chicos me dice que estas
familias, aún en tiempo de crisis como es el actual, son el soporte y el
salvavidas de todos sus miembros, especialmente de aquellos con cualidades distintas. Las familias han
velado por sus familiares con un compromiso fuerte decididos a mejorar la
calidad de vida de los mismos, siempre pendientes del día a día y así todo sea
lo más “normalizado” posible. Todo ello a costa de un enorme sacrificio y una
dedicación plena.
Todos hemos
oído decir que las personas, cuando tienen hijos, se vuelven ególatras porque
en sus hijos ven, y tratan de obtener, las cosas que ellos no pudieron lograr.
¿Qué ocurre cuando el hijo nace con una discapacidad? En principio suele sobrevenir
una frustración, pero gradualmente, estos padres aprenden rápidamente a soñar
sueños nuevos e iguales de dignos y motivadores.
La sociedad
¿piensa en estos padres dedicados y volcados en sus hijos las veinticuatros
horas del día? Ellos luchan por el desarrollo de todas las capacidades de su
hijo diferente ¿quién se preocupa de la familia? Ellos no son discapacitados y
necesitan realizarse como personas, cuidar a sus otros hijos, amistades,
relaciones, tener sus momentos de asueto, descansar, en definitiva, necesitan
vivir y sentirse seres humanos. Todo ello aún sabiendo que muchos de ellos no
consideran un sacrificio el cuidado permanente de su hijo con discapacidad, más
bien, es una oportunidad de renacer como ser humano y ser feliz. He escuchado a
padres con hijos diferentes y especiales esta frase que refuerza lo que digo: es lo mejor que ha sucedido en mi vida
(madre de una hija con síndrome de Down). Así, muchos casos iguales.
Todo se
reduce al axioma bíblico de “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te
hiciesen a ti”. Y al revés: haz a los demás lo que te gustaría que te hiciesen
a ti. Es importante entender que las personas que son diferentes siguen siendo
personas: hay que tratarlas con
amabilidad y respeto. No hay que hacer como si la “diferencia” no existiese,
pero tampoco debemos estar pensando siempre en ella. Por supuesto los
“distintos” lo son a su propia manera. Cada uno tiene sus propias
particularidades y no puede generalizarse. Sus padres también son diferentes,
son sencillamente maravillosos y entregados a una tarea que muy pocos valoran.
Son admirables y también representan el equilibrio en una sociedad hedonista,
preocupada de sí misma, donde el otro no importa y menos si es dis-CAPACITADO.
Homenaje a
los abuelos, no solamente a los abuelos con nietos normalizados, muy
especialmente a esos abuelos que, a pesar de tener en muchos casos una edad
avanzada, son una parte importante en la educación y el desarrollo personal de
sus nietos con algún tipo de discapacidad. Ellos se encargan de llevarlos a las
instalaciones deportivas para realizar sus entrenamientos, al colegio, al
médico, al terapeuta, les atendéis en todo aquello que necesitan y aumentáis,
con vuestra plena dedicación, su
autoestima. Sois el consuelo y la herramienta del ánimo y tranquilidad para
todos ellos. Y además, posibilitáis que los padres puedan descansar y no tengan
que renunciar a su vida laboral.
Voy a poner
fin a este artículo diciendo que los padres con hijos con algún tipo de
necesidad especial, no ven en ellos una discapacidad, ven al ser querido y al
que aman, para ellos las personas más preciosas y maravillosas, doy fe de ello
por el trato que tengo con estos padres.
A la
sociedad en general decirle que tenga en cuenta que una persona es persona
antes que nada, y detrás de la aparente diferencia, existe un mundo limitado de
capacidades por descubrir. Descúbrelo y tendrás la oportunidad de aprender que
es un mundo maravilloso, una escuela donde puedes adquirir el titulo más
preciado: el del amor y el cariño de la diferencia.
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