Rafael Mingo
Ángela
Bachiller, ha conseguido ser la primera mujer con síndrome Down, CONCEJALA de
un ayuntamiento en ESPAÑA. Con la ayuda inequívoca de su familia, con amor
profundo y sacrificio cotidiano, día a día, ha ganado el espacio que le
corresponde.
La inclusión,
integración y normalización por la que luchan esta familia y miles de familias
en este país, han quedado patentes con el nombramiento de Concejala de un
ayuntamiento –Valladolid- en la persona de Ángela Bachiller, que durante años
de sacrificios colosales, trabajo, mucho amor y entrega, ha ocupado por mérito
propio y capacidad, un cargo de gran responsabilidad.
Su madre,
Isabel Guerra, la define como una persona “preparada”, “educada” y “discreta.
Sin duda alguna dichas cualidades las posee Ángela, y también, aunque no las nombre, otras
muchas: espíritu de sacrificio, entrega, honradez, espíritu de superación,
compañerismo, solidaridad, tenacidad y…todas las que se puedan añadir, seguro
que Ángela las tiene guardadas en su interior.
Ese momento
tan especial para cualquier Concejal, de jurar lealtad al Rey y cumplir y hacer
cumplir la Constitución, en Ángela, por lo que representa para el mundo de la
normalización, inclusión e integración del mundo de la discapacidad, ha tenido
que ser de una singular y excepcional emoción… Entendemos tus lágrimas y
estamos seguros de que cada una de tus lágrimas, lleva una intención de lucha,
para que todas esas personas que, como tú
batallan para lograr sus sueños, un día, sean capaces de alcanzarlos.
Es verdad que
tú, Ángela, has tenido mucha suerte. Tu familia, desde muy pequeña y a través
de una maestra que estuvo contigo 19 años enseñándote y favoreciendo la
comunicación con el mundo social y adaptándote en el ambiente donde tu vida se
desarrollaba, fueron las herramientas imprescindibles para andar un largo
camino, siempre lleno de inconvenientes, que te han conducido, por meritos propios, al
lugar donde en estos momentos te encuentras.
Es
insustituible e indispensable, la intervención temprana en términos de
inserción social con niños de síndrome de DOWN, sin olvidar la interrelación “familia”
y “comunidad” desde una perspectiva sociológica. Cuando se logra una atención
exhaustiva y oportuna, las orientaciones y ayudas que reciben las familias que
tienen un niño con síndrome de Down, resultan beneficiosas para el desarrollo
sicomotor y social del mismo. Por todo ello se hace inevitable que las familias
con un niño con síndrome de Down, reciban el apoyo necesario desde las
instituciones.
La clave para
la formación de estos niños comienza por quererlos y amarlos por encima de
cualquier otra particularidad, lo demás viene después. La profesora Sue Buckley
apunta: “Los individuos con síndrome de
Down son en primer lugar personas [...]. La calidad de los cuidados, la
educación y la experiencia social que se ofrecen influyen en el desarrollo de
las personas con síndrome de Down, al igual que ocurre con todas las personas
en general”.
Los niños con
síndrome de Down aprenden más lentamente que el resto de niños normalizados,
pero aprenden. No es un impedimento ser síndrome de Down, en todo caso un inconveniente.
Un porcentaje elevado de ellos posee gran talento y la mayoría, son capaces de
aprender lo suficiente para convertirse en miembros activos de la sociedad y
tener una vida plena.
Una madre
escribía esto tan hermoso a su hija síndrome de Down: “Bienvenida Teresa, tal vez algunos no sepan apreciar tu belleza, no
les hagas caso, simplemente son
superficiales y sólo se fijan en el envoltorio. Sólo podrán apreciar tu belleza
aquellos que se detengan y miren lo que hay dentro de ti, el regalo que
escondes.
La ciencia,
apoyada en las numerosas investigaciones sobre el síndrome de Down, está
llegando a conclusiones que cambian totalmente el futuro de las personas con
este síndrome. Están dejando de ser sujetos pasivos, receptores y ejecutores
autómatas de órdenes, preceptos, indicaciones u ordenanzas. Se sienten ahora
protagonistas, exigen un hueco en la sociedad, se sienten capaces de ofrecer y
aportar sus ricas cualidades y capacidades, y quieren hacerlo. Esto dice la
CIENCIA y Ángela Bachiller lo confirma con rotundidad.
Para ello,
familia y sociedad han de estar preparados para ofrecerles un futuro abierto
hacia el mundo, el de todos. Es indudable que esto último exige compromiso y
sabiduría. Cambiar los patrones de este colectivo no es tarea fácil como
tampoco lo es, tratar de enriquecer sus cualidades, reforzar o enderezar sus tendencias, dotarles
de los valores en los que creemos. Digo esto por el compromiso que tengo con
personas con este síndrome y sé que, con
un marco de actuaciones nuevas, desde la “cuna”, pueden lograr un futuro más
prospero para ellos, en todos los sentidos.
Mi reflexión
final. ¿Cuántos síndrome de Down podrían ser Ángela Bachiller?, ¿cuántos niños síndrome
Down, con preparación adecuada y atención personalizada, podrían ocupar puestos
de interés en nuestra sociedad?, ¿cuántos síndrome de Down, podrían mostrarnos,
a través de sus peculiares cualidades, cosas impensables a la mal llamada “normalidad”?
¿Cuántos…? Que cada cual construya su propia reflexión.
A todos mis alumnos por ser tan
extraordinarios. A sus padres por el inmenso amor que sienten hacia ellos.