lunes, 2 de julio de 2012

LA FORMACIÓN DE LOS PROFESIONALES DE LA ACTIVIDAD FÍSICA

Rafael Mingo

La Carta Internacional de la Educación Física y el Deporte, (UNESCO, 1978) en su artículo 1 dice: “Todo ser humano tiene el derecho  fundamental de acceder a la educación física y al deporte, incluyendo en especial a las mujeres, los jóvenes, las personas de edad y los discapacitados”.

COCEMFE MAESTRAT, en el año 2002, crea el CLUB BAMESAD,  con la finalidad de promover la práctica de actividad física entre el colectivo de personas con algún tipo de discapacidad. Su objetivo prioritario es desarrollar estrategias de inclusión de las personas con algún tipo de discapacidad a través del deporte. 

Se trata, pues, de apostar por una mejora a nivel personal y profesional que permita la adecuada atención a la diversidad a través de la ciencia -incluidas aquellas disciplinas de tipo pedagógico y educativo-, garantizando así la calidad de vida de todos los ciudadanos de la sociedad sin distinción de raza, religión, sexo, edad y, por supuesto, sin discriminación alguna que tenga que ver con el físico de cada cual. Uno de los factores que más influye en la calidad de vida de las personas con alguna discapacidad (y también en la inclusión social de las mismas) es, sin duda alguna, la Educación Física y el Deporte.

La calidad de vida viene dada por muchos y diferentes elementos, por lo que estamos hablando de un concepto multidimensional de la misma que incluye aspiraciones personales y también sociales del ser humano. Así, la promoción de la actividad físico-deportiva puede jugar un papel preponderante en la inclusión social de las personas con diferentes cualidades. Es indudable que el alcance de la actividad física es limitado en la lucha contra las desigualdades estructurales que forman parte intrínseca de la inclusión social, por lo que es necesario que los profesionales deportivos atiendan su responsabilidad de cara a contribuir, con una formación sólida y responsable, a la promoción de la actividad físico-deportiva de los colectivos más desfavorecidos: entre ellos, el mundo de la discapacidad.

      Están muy bien las Paraolimpiadas, pero sería más extraordinario y beneficioso para todos, que cada pabellón polideportivo, cada piscina municipal o simplemente cada instituto o escuela, tuviese profesionales expertos con una adecuada formación práctica en actividades físicas y deportivas adaptadas. Podrían de esta manera realizar su labor de promoción deportiva en todos los ámbitos incluyendo, por supuesto, la promoción deportiva de las personas con algún tipo de discapacidad.

    Se trata, en definitiva, de contar con técnicos y profesionales con una sólida formación que les haga capaces de atender la promoción y la iniciación deportiva de todos: no solo de las personas “normalizadas” sino también del colectivo de personas con discapacidades.

      Es verdad que ya son muchos los INEF en nuestro país los que tienen en sus planes de estudios objetivos muy claros para la formación de técnicos que sean capaces de atender a la diversidad; tampoco es menos cierto que son muy pocos los centros y espacios de ocio y recreativos del tiempo libre que cuentan con estos especialistas. Con ello, los derechos de la población con discapacidad de acceso real al deporte, a la actividad física -a la educación, en definitiva-permanecen insatisfechos y hacen más evidente que el ser humano de este mal llamado “Primer mundo” no ha avanzado lo suficiente para constituirse en sociedad inclusiva. Imaginen la realidad de las personas con discapacidad en el Segundo y en el Tercero.
 
     La FIEP, en el  Manifiesto que elaboró en el año 2000, dice en su artículo 18: “La Educación Física debe ser utilizada en la lucha contra la discriminación y la exclusión social de cualquier tipo, democratizando las oportunidades de participación de las personas con infraestructuras y condiciones favorables y accesibles”. Esto es la teoría, la realidad es otra bien distinta. Peor. Injusta.

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