R.Mingo
Mi historia profesional comenzó en el año 1969. Conocí a través de un compañero de promoción, más adelante cuñado mío, que en Castellón habían salido varias plazas para Profesores de Educación Física. Inmediatamente envié mi currículo al organismo pertinente. No tardaron mucho tiempo en informarme: Tiene usted que presentarse en tal sitio, a tal hora, del día…Se le ha concedido una plaza como Titular de Educación Física en el IES Francisco Ribalta de Castellón. Allí comencé como Profesional Docente, en Educación Física.
Desde el primer momento, me consideré un privilegiado, pues me concedieron lo que más amaba: iba a poder trabajar como Profesor de Educación Física.
No recuerdo el día ni la hora, el lugar donde me presenté era un organismo del antiguo régimen. Allí me dijeron los papeles que tenía que presentar para completar mi expediente. También allí me dijeron dónde estaba el Instituto y el nombre del Director. Me presenté, me recibió con mucha amabilidad y me envió al Jefe de Estudios, éste, también muy amable. Me informó del funcionamiento del centro, me dio el horario y me presentó al Jefe de Departamento de Educación Física. Con él traté muy poco, hice mi propia vida y desarrollé la programación tal cual la llevaba en mi cabeza.
Mi primer día con alumnos fue muy especial. Recuerdo que estaba nervioso, sentía profundamente la responsabilidad que había adquirido como profesor y al mismo tiempo, pensaba la cantidad de cosas que podía realizar por aquella juventud. Me presenté, les dije mi nombre y primer apellido y fui saludando uno por uno a los veintitrés alumnos, me quedé con esa cifra. Eran demasiados, pensaba yo, entonces era así.
Más o menos vine a decirles algo como: “Vengo con mucho entusiasmo, con fuerza, con ganas de que aprendáis muchas cosas de Educación Física, también de otras que os iré enseñando. Sois mis primeros alumnos, novato en el ejercicio de mi profesión, pero mi confianza es total, estoy seguro que puedo ganarme vuestra amistad y confianza”.
Durante mis estudios, junto a mis compañeros de carrera, practiqué muchos deportes y pruebas atléticas, casi todo era obligatorio y teníamos que entrenar “muy duro”. Mis pruebas favoritas en atletismo eran y siguen siendo: 1.500 m., 5.000 m. y 10.000 m. y también cros. Todos los deportes me gustaban, solo uno me llamaba la atención: Voleibol. También descubrí por casualidad el deporte que me llenó por completo y practiqué y entrené muchas horas durante los cuatro años de estudios: La Rueda Alemana. Además practiqué: cama elástica, saltos en trampolín elástico, gimnasia deportiva, judo, natación… La Rueda Alemana “me conquistó” de tal manera, que todos los días entrenaba para lograr ser el mejor. Era muy difícil, pero no imposible, esta era mi actitud. Un día, a los cinco mejores nos dicen que vamos a competir en el programa del GRAN PREMIO de TVE. Así fue. Entrenamos los cinco, horas y horas. El día quince de mayo de 1967, fue el campeonato. Gané, dicho campeonato era el equivalente a ser Campeón de España en la Rueda Alemana. Les conté a todos los grupos la misma historia y lo de ser Campeón de España de la Rueda Alemana les sorprendió muy gratamente. Por los pasillos del instituto se lo decían unos a otros: mira, ese es
Establecí con el alumnado reglas de comportamiento entre ellos y hacia el profesor basadas en: respeto, educación, disciplina, esfuerzo y el compromiso firme de luchar para llevar a cabo el logro de todos estos valores, de vuestro cumplimiento, depende un porcentaje importante de la nota final.
Este primer año me fue muy bien, se cumplieron los objetivos, uno de ellos, muy relevante para mí: la Educación Física se transformó en una de las asignaturas importantes del currículo educativo del centro. Tanto el profesorado como el alumnado aceptaron convencidos, que: la asignatura se llamaba Educación Física y no la “gimnasia”. Por fin y allí se la dio la importancia que merecía.
Tuve un alumnado respetuoso, trabajador, educado, me adapté muy bien a ellos, fue reciproco. Hubo pocos suspensos para septiembre, entonces existían los exámenes en dicho mes.
Finalizado este primer curso de mi vida profesional, cambié de centro por decisión propia, más tarde lo consideré, un grave error por mi parte. Me fui a Burriana, a los Salesianos. Aquello fue tremendo, no por parte del alumnado, sí, por los directivos y alguno de los profesores, incompetentes, he de decirlo, en sus materias y en solidaridad.
Llegué a dicho centro con el mismo ánimo y actitud, también con las mismas ganas de trabajar, en beneficio de la salud del alumnado y de la propia Educación Física. No me lo pusieron fácil los frailes.
A mi llegada me enteré, por el alumnado, que el profesor anterior en Educación Física no había trabajado en ningún aspecto la asignatura. Los alumnos me decían que el profesor les daba un balón de fútbol y a jugar toda la hora. No tenía programación académica, con lo cual no existían objetivos. Nunca pidió material deportivo para el desarrollo pedagógico de la asignatura y, por todo esto, la Educación Física, en este centro formaba parte de las asignaturas denominadas “maría”: lo peor de lo peor, la gimnasia. Por supuesto, dejó de ser “maría”.
Luché frontalmente para revertir la situación. Presenté la programación para los cursos quinto y sexto de Bachillerato, eran los cursos que me correspondían.
A la dirección del centro, presentada la programación, les exigí la compra de material deportivo imprescindible para cumplir con dicha programación. Se negaron una y otra vez, pero, logré recibos de los alumnos, donde figuraba un cobro a cada alumno, por material deportivo. Me presenté en Dirección con los recibos y les pregunté si era verdad lo que yo observaba en ellos, el apartado para material deportivo por valor de diez pesetas de la época a cada alumno. Sí es correcto.
Les entregué una lista con las necesidades más importantes. Les transmití que si no cumplían con mi petición, presentaría una demanda formal ante Magistratura de Trabajo. En un par de semanas me llamaron para decirme que, “tal día con la furgoneta del centro, le llevarán a Valencia a comprar todo lo que necesite de material para impartir sus clases”. Así se hizo. El alumnado comenzó a tener unas clases de Educación Física dignas. Creyeron en mí y me respetaban profundamente. Me querían muchísimo.
En Sexto de Bachillerato suspendí a unos pocos alumnos, merecidamente, eso sí. Esto, a los frailes tampoco les gustó. Era una “faena muy gorda”, pues los suspendidos en junio, no podían optar a entrar en la Universidad hasta septiembre. Los responsables eran los propios alumnos suspendidos. Ninguno de ellos me reclamó la nota, sabían que yo había procedido con justicia.
Todos los días tenía algún problema con los frailes o con algún profesor. En este clima de desasosiego y de incomprensión e injusticia, pasé este curso 1970-71. No deseo seguir describiendo el día a día en este centro. Destacar el respeto inmenso del alumnado hacía mí.
Vacaciones y a casa. Recibí una carta de la Dirección del centro en la que se me decía: PRESCINDIMOS DE SUS SERVICIOS, sin explicación de ninguna clase. Llevé el asunto a Magistratura de Trabajo y me dieron la razón. Por despido improcedente me tuvieron que pagar tres mensualidades. Pude sobrevivir.
Comencé a enviar mi currículo a centros de Castellón y Valencia. Tras tres meses de paro improcedente, me llegó una carta en la que me decía que en tal fecha y hora me presentara en La Universidad Laboral de Cheste (Valencia), se me había concedido una plaza de titular en dicha universidad. Era noviembre de 1971.
Me presenté en la Universidad Laboral de Cheste. Entrar en aquel recinto me enmudeció. Era un pueblo, una ciudad, esta fue mi primera impresión. Fui a las oficinas a entregar la documentación, me dieron la bienvenida, me indicaron donde se encontraba el Departamento de Educación Física. Allí conocí a mis compañeros. Éramos catorce profesores y llegamos a ser dieciséis. Me presentaron al Jefe del Departamento, Gonzalo, pude comprobar con el paso de los días que era una persona muy preparada para llevar a cabo dicha jefatura.
Él mismo nos dio un paseo por el centro a los profesores recién llegados. Fue impresionante todo lo que vimos. Personalmente me quedé anonadado, todo era increíble para mí. Dos gimnasios, dos piscinas de cincuenta metros, pistas polideportivas por todas partes, pista de atletismo, eso sí, de ceniza, material deportivo suficiente, etc. etc. Me di cuenta que había llegado a un centro educativo muy, muy importante.
Gimnasio exterior e interiorEn mis primeros años el alumnado estaba distribuido en internado y externado. Los alumnos internos estaban distribuidos en veinticuatro colegios. Los alumnos externos venían de muchos pueblos de Valencia en autobús. Al centro llegaban setenta y cuatro autobuses todos los días con este alumnado. Entre los internos y externos, llegamos a sumar más de seis mil alumnos, es decir, mi pueblo, Villaconejos, cabía perfectamente allí y aún, podría duplicarse. El número de alumnos se fijó en cinco mil doscientos.
Los internos, durante mis primeros años en el centro, eran varones, venían de todas las partes de España. Sorprendía, me sorprendía el estilo de vida de estos jóvenes, todos convivían en un ambiente donde se promovía: la socialización, la amistad, la autoestima y la responsabilidad individual. Vivir aquel ambiente me hizo ser mucho más humano, entendí, que estos chicos merecían toda mi atención, toda mi entrega, todo mi saber, todo mi amor. Venían de muy lejos, estaban fuera de sus familias y su comportamiento era ejemplar. Nunca más he vivido algo igual durante mi ejercicio como docente. Fue maravilloso. También yo, fui interno en un colegio, en el cual cumplía los nueve años. Me ponía en su lugar y me decía: solo necesitáis mucho amor, comprensión, cariño…
Ningún centro docente en España superaba a La Universidad Laboral de Cheste. Desde sus comienzos fue un centro innovador en cuanto a metodologías de enseñanza-aprendizaje, rompiendo con los modelos tradicionales de la época. Aprendí y disfruté muchísimo, también creo, que hice feliz, muy feliz a muchos de mis alumnos, ellos a mí, también.
Los políticos a veces cometen errores muy transcendentales, derogar las Universidades Laborales, fue uno de ellos. La forma de hacerlo, fue aún peor. No voy a explicar todo el proceso, daría para una enciclopedia, decir que, a mí y a mis compañeros de Departamento, nos dejaron sin pagas extraordinarias, nos rebajaron nuestro título de Profesor de Educación Física y muchas, muchas injusticias más. Tuve que estudiar cinco asignaturas, que en mis estudios durante la carrera no se contemplaban. Me preparé y me examiné en la Universidad Complutense de Madrid. Esto, después de veinte años como docente. Aprobé las cinco asignaturas y me dieron el Certificado con la Licenciatura. Volvía a poder dar clases con normalidad. Era inaudito, increíble, injusto, fuera de toda lógica.
Lo dejo aquí, deseo centrarme en lo más importante, en lo transcendental, en mis sueños como docente en la Universidad Laboral de Cheste lugar, como he dicho en algún espacio de este escrito, donde disfruté, aprendí, trabajé todos los días, incluidos domingos y fiestas, amé mi profesión y a mis alumnos/as, me entregué en cuerpo y alma para que mis sueños se cumplieran. Así fue.
Fui uno de los catorce pioneros que trabajó sin descanso para lograr que la Universidad Laboral de Cheste fuera un referente deportivo, no solo a nivel valenciano, también, a nivel nacional. Lo conseguimos en todos los sentidos y en todas las especialidades deportivas y atléticas.
Éramos unos privilegiados, contábamos con unas instalaciones envidiables para aquella época y con cinco mil alumnos, todos ellos, sin excepción, queriendo formar parte de un equipo deportivo, para representar a su centro, La Universidad Laboral de Cheste.
Les enseñábamos a trabajar desde la disciplina, concentración, sacrificio y humildad, mucha humildad, valores que sin duda, les podían servir en cualquier momento de su vida, independientemente de la actividad que realizaran. Les subrayábamos que no era mejor aquel con mejores cualidades físicas, sino aquel que se comprometía de verdad con el deporte elegido o actividad atlética y con el grupo.
Era una exigencia nuestra que el alumno/a que decidía formar parte de alguna disciplina deportiva, fuera también un buen estudiante. Los alumnos/as con suspensos, estaban excluidos de la competición. Con esta medida, logramos que el alumnado en general, mejorara su capacidad de estudio y mejorara su rendimiento intelectual.Reconozco que fui un apasionado de mi trabajo, como profesor y entrenador. Tuve con mis alumnos en general, y con los atletas en particular, una relación envidiable de confianza mutua, algo que fue fundamental en la conquista de mis objetivos: enseñarles y ayudarles a que tuvieran interés por lo que hacían, en definitiva, cómo llegar a ser campeón o campeona a través del esfuerzo, a través del amor hacia lo que habían elegido.
Tuvimos, soy parte de esa historia, todo el material humano necesario, para lograr cientos de trofeos deportivos para La Universidad Laboral de Cheste. Fuimos campeones de España en todas las modalidades deportivas y en casi todas las atléticas, año tras años. Éramos la “envidia” para todos los equipos que representaban a sus colegios. Cuando nos veían aparecer para competir, decían, ¡¡¡ya están aquí los butanitos!!!. Nos llamaban así cariñosamente, nuestro chándal tenía el color de la botella de butano.
Con absoluta sinceridad, pienso que el grupo de profesores del Departamento de Educación Física, fuimos capaces de transmitir el gusto por la Educación Física, como herramienta saludable a través del ejercicio, a través del deporte y por el disfrute de compartir el juego y el ejercicio físico con los demás.
Me voy al final. He dejado muchas cosas por contar, muchas, muchas. Lo hago por no faltar el respeto a nadie, por hacer lo que creo que sé hacer y hago, tratar con educación y respeto a todas las personas, algo, que no hicieron conmigo y mis compañeros.
Preparé oposiciones, las aprobé y tuve que pedir plaza. Pedí una ciudad que tuviera mar y lo más lejana de Cheste. Allí se quedó la mitad de mi vida, mis amigos, grandes y buenos amigos, mis esfuerzos, mi amor por lo que hacía. Todo en un suspiro se marchó al baúl de los recuerdos. No había tiempo para profundizar en la gran INJUSTICIA que a mí y a mi familia, se nos hizo. Nunca el odio y la venganza, formaron parte de mi vida. Me fui a mi nuevo destino con las mismas herramientas que había utilizado durante todo mi período
como docente. Mi nuevo destino fue Vinaròs, en nada se parecía a lo que dejaba en Cheste. Comprendí, inmediatamente, que venía del “cielo” y llegaba al “infierno”. Tras el primer “vistazo”, me hice la siguiente pregunta, ¿qué hago yo aquí? Mi voluntad, mi espíritu de sacrificio y mis deseos de superar la situación, me dieron la respuesta. Mi mujer, Amparo, siempre estuvo a mi lado y fue mi apoyo inquebrantable. No solo en esta situación, desde que la conocí. Soy muy fuerte mentalmente…Pero sin ella, a pesar de mi fortaleza, creo, y lo creo con sinceridad, no sé si hubiera superado la dura etapa que tenía frente a mí y los míos.
Me centraré casi exclusivamente en mi función como docente y en los logros conseguidos durante esta dura etapa. Lo fue en el plano familiar, en el ambiente social y por supuesto en el laboral, éste último, será el objetivo para tratar mi estancia, durante los tres primeros años y los siguientes, después de seis años en Colombia. La familia es algo que considero muy íntimo y personal y por lo tanto, es posible que de soslayo cite algo sobre la misma.
Educar es depositar en cada ser humano toda la obra humana que le ha antecedido, es hacer a cada ser humano resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de él, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al ser humano para la vida. Es el pensamiento de José Martí (Político y escritor cubano). Lo comparto y he de decir modestamente, que yo mismo podría haberlo escrito pues en estas líneas queda reflejada mi actuación como profesional de la enseñanza.
Durante mis tres primeros cursos y sucesivos, a la vuelta de Colombia en 1996, mis esfuerzos estuvieron dirigidos en múltiples direcciones, todas ellas, con una única intención o principio: Mejorar la calidad de vida de los docentes: alumnos y profesores y, no menos importante, mejorar la instalaciones deportivas existentes y luchar por las que no existían, que eran la inmensa mayoría.
Para lograrlo:
Erradicar el uso del tabaco de los espacios comunes.
“Cambiar” el nombre de la asignatura: “Gimnasia” por Educación Física.
Programación coherente y realista a los tiempos, teniendo en cuenta: instalaciones, material deportivo, etc.
Implanté exámenes escritos.
Implanté los test para comprobar la condición física del alumnado.
Adquisición de material deportivo.
Implanté libro de texto para la materia.
Inicié, junto al Dir. del centro en aquellos tiempos D. Santiago Campo, los tramites con la Inspección para la construcción del nuevo pabellón polideportivo. Realicé varios viajes a Castellón con D. Rafael Sabater, entonces Jefe de Estudios y que desgraciadamente falleció muy joven.
Organicé los recreos a través de competiciones internas para alumnos y alumnas en equipos mixtos, para así integrar e incorporar a la mujer al deporte y lograr un recreo más saludable.
Se mejoraron las instalaciones deportivas existentes.
Establecí exámenes teóricos por grupos con mis alumnos.
Se creó una sala para fumadores.
Luché por eliminar la suciedad existente en el centro provocada por el inadecuado comportamiento de la mayoría de los alumnos. Con mis propias fotos realicé una exposición, la cual fue visitada por el alumnado acompañado de sus profesores. Creo con sinceridad que fue muy pedagógico.
Presenté varios trabajos en el Día Mundial sin Tabaco. El Centro recibió tres primeros Premios.
Realicé una investigación profunda de los hábitos de consumo de drogas por el alumnado. El trabajo lo presenté al Concurso que por aquellos años el Ministerio de Educación y Ciencia organizaba a nivel NACIONAL sobre Innovación Educativa. Presenté mi trabajo obteniendo a título personal el Tercer Premio Nacional de Innovación Educativa 2003. (0 Drogas = Salud Plena).
Confeccioné los baremos de calificación de la Condición Física para todos los cursos con la ayuda de Víctor, Profesor de Matemáticas. Realizó un programa extraordinario.
Cuando me hice a mí mismo la pregunta, ¿qué hago yo aquí? Tenía la respuesta en mi interior. Transformar un negro presente en un futuro
mejorado. Así fue. El IES “Leopoldo Querol”, dejó de estar a la cola en Educación Física.
A pesar de lo “conquistado”, nada, nada fue igual, ni de lejos, con mi trabajo en la Universidad Laboral de Cheste, eso sí, mi objetivo y mi interés en ayudar al alumnado en todos los aspectos de la Educación Física, como son: La Condición Física, hábitos saludables, nutrición, entrenamiento…siempre, siempre estuvieron vivos en mí. Siguen vivos en mí, esto me hace soportar el día a día.
El futuro me tenía reservada otra experiencia: Un largo viaje. Me voy a Colombia, allí estoy seis largos años en El Centro Cultural y Educativo Español Reyes Católicos, un colegio internacional. Mi primer contacto fue desolador. Un colegio internacional sin material deportivo, sin programación, un gimnasio sucio y desastrado, de nuevo a luchar para dar nombre a la asignatura, etc. etc. Mi lucha para solucionar estos problemas, fue extremadamente “dura”, muy exigente. Enfrentamientos con el Sr. Director y otros miembros de la dirección. Me dieron la razón y en unos meses todo cambió para bien. Un profesor del Departamento de Educación Física (Colombiano), me dijo ¿tú vienes a trabajar aquí? Mi contestación fue categórica: por supuesto, vengo a trabajar aquí, es lo único que se hacer, pronto te vas a enterar. Me contestó, ningún profesor viene a trabajar aquí, vienen a pasárselo muy bien. No es mi caso, te repito, te vas a enterar muy pronto. Así fue.
Según el Ministro de Educación Sr. Rubalcaba, después de recibir información de la Dirección del Centro y recibirme personalmente, mi trabajo estaba siendo excepcional, un buen trabajo. Sus palabras literalmente decían: “Señor Mingo, quiero felicitarle por el buen trabajo que está realizando en Educación Física y su contribución en la mejora del Centro en las competiciones internacionales UNCOLI. Le ruego siga con ese ánimo, trabajando como lo está haciendo. Nos
dimos un apretón de manos. Hasta siempre Sr. Ministro, gracias.
Me centro en lo mejor que me ocurrió aquí, solo por esto, valió la pena haber estado seis años en Colombia. Fue una sorpresa increíble. Nunca pensé que pudiera entrenar a un equipo de fútbol y menos que éste fuera femenino, como pasó en el Reyes Católicos, Colombia. No tenía y sigo sin tener idea, sobre cómo entrenar un equipo de fútbol.
Esta es la historia: Alumnas de 3º de BUP se presentaron a mí, con la intención de que las entrenara para jugar al fútbol, querían competir en UNCOLI, Unión de Colegios Internacionales. En el centro nunca había habido fútbol femenino, masculino si, y equipos muy buenos entrenados por un entrenador, bueno, precisamente, el profesor que me dijo si yo venía a trabajar aquí. Les dije que fueran a él y le hicieran la propuesta que me estáis haciendo a mí. Venimos de hacerle la propuesta a él, nos ha dicho “que no porque las mujeres nunca vais a jugar al fútbol”. Escuchar aquellas palabras indignantes, me dio fuerza para decirles SÍ, YO OS ENTRENO. Mañana nos reunimos y hablamos. Así lo hicimos y todas conmigo firmamos un pacto donde nos comprometíamos a trabajar con disciplina, entrega, voluntad, sacrificio y…
Cumplieron al pie de la letra el pacto firmado disfrutamos, creo, yo más que todas ellas. Me enseñaron a jugar al fútbol. Fueron espectaculares.
La metodología utilizada, referente al deporte, fue todo un éxito. Todos los deportes eran mixtos, pensado en la incorporación de la mujer al deporte y que nunca fueran excluidas.
Terminé allí, en Colombia, en el curso 1995-1996. Vuelvo a España, al IES José Vilaplana de Vinaròs.
En este centro, fue un curso para olvidar. Los problemas con la Dirección del centro y sobretodo, con El Jefe de Estudios, fue tremendo.
IES Leopoldo Querol, en mi segunda fase, fue maravilloso. Me encontré el Pabellón Polideportivo construido, algo que me habían prometido. El resto es una copia de mi trabajo en todos los centros donde he ejercido esta maravillosa asignatura de Educación Física.
Por el año ochenta y sucesivos, hasta mi traslado a Vinaròs el año 1987, fueron muchos los exalumnos y amigos de estos, que me pidieron les entrenara para realizar las pruebas físicas de acceso a los INEF o al IVEF (Instituto Valenciano Educación Física), más tarde cambió su nombre por Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Me sorprendió gratamente que tomaran esta decisión, nada menos, querían ser profesores de Educación Física, como yo, ellos me decían: “como tú, Mingo”. Era para mí un gran privilegio enseñarles el camino y ayudarles a llegar a la meta. A todos/as que me lo pidieron, les dije que sí. Como hacía siempre en mi trabajo, me reuní con todos ellos/as; reconozco estaba un poco asustado, eran muchos/as. Les pedí máxima entrega y seriedad.
Decir que, casi la totalidad, “solo casi”, entraron en algún INEF y en el antiguo IVEF. Pocos se quedaron por el camino, de esos pocos, una alumna muy especial, se quedó sin poder entrar. Un poco más adelante lo cuento. Los alumnos que lo consiguieron están repartidos por la geografía española, dando sus clases.
También exalumnos/as que no entrenaron conmigo para tal fin, me los encuentro en muchos colegios a los que voy a dar una Jornada de Deporte Adaptado Concienciación y Barreras. Cuando entro por la puerta, vienen y me dicen: “tú fuiste mi Profesor de Educación Física y ahora gracias a ti, yo estoy aquí de Profesor de Educación Física”. Siento una enorme alegría y satisfacción por ello.
Ahora sí, dedico unas palabras a una alumna muy, muy especial que no logró entrar al IVEF a pesar de ser una de las mejores de las que se examinaban, tenía unas marcas fabulosas, aunque había un pero en ella. No sabía nadar. No pude hacer mucho en este sentido. Hablé con sus padres e intenté que dejara los entrenamientos…su hija no tiene posibilidades, no sabe nadar, es imprescindible, es la primera prueba, quien no supera esta prueba, queda excluido/a.
Sus padres se “empeñaron” y dijeron…que lo intente. Así fue. No había tiempo para enseñarla a nadar y superar la prueba.
Lo intentó y realizó un gran trabajo, un gran sacrificio. En todas las pruebas, estaba entre las cuatro mejores de las que se examinaban, hubiese entrado al IVEF con toda seguridad.
Gracias Teresa, por ser como eres, por tu amistad, por creer en mí, por esa voluntad enorme, por tu sacrificio…fuiste y eres, una persona maravillosa. Sabes muy bien que esa espinita la tengo clavada en mi interior. Lo consideré, y lo sigo considerando, una TREMENDA INJUSTICIA. Hubieras sido una gran PROFESIONAL. La vida tiene a veces estas montañas que no te dejan seguir el camino por donde quieres. Un abrazo muy, muy fuerte.
El encuentro con las personas que ahora son profesores de la Educación Física, me lleva a expresa esta conclusión ¡ALGO TUVE QUE HACER BIEN!